viernes, octubre 05, 2007

Semblanza del cóndor

En el ombligo del Valle de Yanamarca, un lugareño de 117 años mitigaba sus penas cantando una entrañable melodía acompañado de violines y pincullos, mientras que los aguzados oídos de Daniel (acostumbrados a disfrutar de las tonadas soterradas de los pueblos apartados) registraban cada una de las notas, plasmándolas más tarde en lo que se convertiría en una de sus más bellas recopilaciones: “Himno al Sol”.

Circunstancias como estas solían ser habituales en cada uno de sus innumerables viajes que realizó por el Perú. Durante este peregrinaje recopilatorio, alternaba con algunas funciones públicas (subprefecto y juez de paz en Jauja, alcalde de Huacho, etc.) sin dejar de componer zarzuelas, óperas y poemas sinfónicos con motivos andinos. Como consecuencia de la pertinacia y la entrega incondicional a cada una de sus obras, actualmente es considerado el primer compositor peruano en investigar sonidos nativos, especialmente andinos.

Daniel arribó por primera vez a Lima en el año 1884, (cuando apenas tenía 13 años) para continuar sus estudios en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe donde recibió lecciones de solfeo con el profesor Manuel De La Cruz Panizo. Más tarde conocería al maestro italiano Claudio Rebagliati (recordado actualmente por haber armonizado y orquestado el Himno Nacional del Perú) con quien continuó sus estudios de piano.

Cuando culminó sus estudios secundarios, la música había pasado a ser parte de su vida, pero aún no estaba convencido si era lo que deseaba como profesión.

Sus familiares le sugirieron que estudiara medicina, profesión a la que consideraba atractiva y muy acorde con su sensibilidad humanista. Finalmente sus deliberaciones lo condujeron a decidirse por esta opción e ingresó a la Facultad de Medicina de San Fernando en el año 1892. Julio Barcena, decano de la facultad, se convirtió prontamente en su profesor preferido; ambos solían sostener largas conversaciones sobre diversos temas médicos.

Al igual que su paisano y compañero de clases, Hermilio Valdizán (recordado como ilustre psiquiatra, inmejorable historiógrafo de la medicina peruana y olvidado como cuentista), Daniel mostró un especial interés por la medicina folklórica. Ambos procedían de Huánuco donde aprendieron a amar la naturaleza y la comunidad indígena.

En cierta oportunidad viajó a Matucana y observó cómo un sacristán se curó de “uta” con un extracto de hierbas. De regreso a Lima, trajo consigo una muestra de esa pócima y observó gran mejoría en personas que tenían “uta”. Era su mejor época como estudiante. Sin embargo, con el devenir del tiempo su dedicación a la medicina menguaba a medida que su amor por la música crecía desmesuradamente hasta que después de tres años de estudio decidió abandonar la medicina. Esta determinación marcó el inicio de una carrera musical excepcionalmente reformista.

Hasta ese entonces no se permitía el ingreso de la música andina a los círculos académicos musicales.

Su inconmensurable obra era reconocida en diversas instituciones culturales del mundo (universidades, embajadas, orquestas, sinfónicas, etc.), pero inicialmente en el Perú pasó inadvertida. En 1913, a pedido expreso del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica se propuso a “Illa Cori”; (una de sus obras) para el estreno del Canal de Panamá.

El sufrimiento de los indios en las minas, debido a la explotación de los yanquis inspiró a Daniel a escribir una zarzuela en la que relataba una intrincada historia de amor. Esta zarzuela india inicialmente no tuvo una aceptación alentadora debido a que Lima aún no estaba preparada para este tipo de fusión musical en el año 1912. El grupo de música Los Inkas hicieron una adaptación de un fragmento de esta obra y se la mostraron a Paul Simon cuando coincidieron en un concierto en New York. Paul se quedó prendado de esta adaptación y decidió ponerle letra en inglés y la grabó con Art Garfunkel poniéndole como título “If I Could”. Simon y Garfunkel, reconocidos por su éxito “Sound of Silence” fueron los que lograron que los limeños reconocieran el legado musical que nos estaba dejando Daniel.

La línea melódica de “If I Could” (aunque algo distorsionada de la original) se convirtió muy pronto en casi un himno y sinónimo de peruanidad. Los peruanos volvieron a reencontrarse orgullosos con su música andina, marginada por décadas en Lima y comenzaron a aparecer muchísimas versiones de estas celebérrima plegaria de zarzuela.

Este fue el inicio del merecido reconocimiento popular del trabajo de este compositor y su trampolín a la inmortalidad.

A partir de entonces se le conoce como el maestro Daniel Alomías Robles el célebre compositor de esta zarzuela, indudablemente la más popular del Perú: El Cóndor Pasa.

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