martes, septiembre 15, 2009

Poesía en la Cocina: Opera Prima

Harto de comer arroz y pollo en los almuerzos y papaya en los desayunos todos los días como si de religión se tratara me enfrento al reto de entrar a una cocina para gestar algo comestible para consumo propio. No sé cocinar pero me inspira mucha curiosidad como la poesía (tampoco soy poeta aunque sí un gran aficionado).
Entrar a la cocina y no saber que va a pasar es como estar frente a un papel en blanco y un lápiz. Puede ser intimidante pero también puede ser una puerta abierta en una jaula también.
Tienes que escribir algo en ese papel y tienes como herramientas tu intuición, tu experiencia de vida y tus ganas de expresarte libremente para sentir que un impulso vital esta siendo atendido.
La cocina puede ser un arma irritante y contestataria como la poesía cuando uno tiene a la palabra como única bandera.

Este ultimo domingo Magaly y yo tuvimos nuestra primera oportunidad de cocinar totalmente sin ayuda en el Perú. Ya habíamos tenido similar experiencia en los estados unidos pero no tiene punto de comparación por que allá fue algo de obligación y superviviencia más que de placer y poesía.

El proceso es interesante porque cada uno pone sus expectativas en la cocina. Y el resultado puede ser concordante.

El resultado no tiene nombre conocido como casi todo lo que cocinaremos en el futuro porque no sigue un patrón de receta preestablecido.

Cuando le cuentas a alguien que ayer escribiste un cuento sobre una insignia y te pregunta si te salió como la de Julio Ramón Ribeyro, puedes decirle "literalmente idéntica en cada palabra" o "no, porque es otra insignia". En el primer caso están los que cocinan el "arroz con pollo" peruanísimo del Perú con todas sus "peruanidades" (como si no existiese arroz con pollo en otros países) y en el segundo caso estamos nosotros que queremos salir de los recetarios para darle vacaciones al paladar.

No hay comentarios.: