martes, diciembre 29, 2009

Roger Rumrrill: La década de la nada


La prensa europea y en especial la española empieza a especular y preguntarse qué nombre darle a la esta primera década del Tercer Milenio que amaneció con la dantesca pesadilla de la explosión de las Torres Gemelas de Nueva York, que cobró la vida de miles de estadounidenses y marcó la memoria colectiva de este país, y está culminando con la estrella de Barack Obama que había despertado tantas ilusiones durante las pasadas elecciones, y que ahora se apaga con el fracaso de la Cumbre Climática de Copenhague, donde las grandes potencias no apostaron por una propuesta clara y firme para buscar reducir los efectos del cambio climàtico, y los estruendos de la guerra y los estertores de la muerte en Irak y Afganistán, países que viven desde hace varios años bajo el peso de la ocupación militar.

El periodista Jordi Costa piensa que la década del 2000 al 2009 debería ser denominada la década de la nada. La periodista Patricia Godes sugiere que el nombre de la década debería ser idiocracia, porque pocas veces en la historia de la humanidad los gobernantes que han decidido nuestros destinos han sido tan poco o nada representativos de los valores cívicos, morales, de la inteligencia y la cultura de las naciones.

Para Costa, esta es una década sin fundamento, sin protección, sin pudor, sin dogmas, sin sentido, sin identidad, sin alegría, sin criterio y sin patriarcado. El fin del patriarcado, según Godes, sería el amanecer de un nuevo milenio bautizado como Eveolennium, es decir el milenio de Eva. Estas características de la década ya habían sido anticipadas por el escritor austríaco Peter Drucker cuando dijo que la sociedad humana ahora está gobernada no por la democracia sino por la telecracia y también por el relativismo postmoderno del filósofo francés Jean- Francois Lyotard.

La década en el Perú se inauguró con la caída de la cleptocracia fujimontesinista que abrió las puertas para una verdadera y transparente refundación del Estado peruano. En vez de eso, los peruanos tuvimos que conformarnos con el gobierno de Alejandro Toledo y su medianía.

La década está concluyendo con el gobierno del partido aprista peruano, representado por el Dr. Alan García Pérez. El Perú de hoy y del futuro lo recordará como el político de las promesas incumplidas y traicionadas. El presidente que es el arquetipo del atavismo nacional: todo empieza y nada termina.

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