martes, febrero 02, 2010

Roger Rumrrill: Drogas o el fracaso de la militarización

Drogas o el fracaso de la militarización

Estábamos en México y más precisamente en Tijuana cuando el recién estrenado presidente Felipe Calderón Hinojosa dispuso el 11 de diciembre de 2006 que 6500 soldados ocuparan la ciudad de Michoacán, sede de uno de los mayores cárteles de la droga, dando inicio a una estrategia de militarización del combate contra las drogas que ha movilizado a más de 45 mil efectivos militares, además de miles de policías federales.

Aún recuerdo los cinematográficos patrullajes y retenes en las calles de Tijuana que siguen provocando inmensos embotellamientos en el tráfico y convierte en un vía crucis el cruce de la línea fronteriza con dirección a San Diego y otras ciudades californianas.

La decisión de Felipe Calderón, que ahora se sabe fue con fines políticos para ganar legitimidad luego de su dudoso triunfo electoral, fue aplaudida por los “halcones”, por buena parte de la opinión pública y por los presidentes George W. Bush y Barack Obama . Siendo México la principal ruta de las drogas hacia el mercado estadounidense, además de ser uno de los mayores productores mundiales de metanfetaminas e importante productor de marihuana y amapola y con altas tasas de corrupción y violencia, se pensaba que la vía militar era la solución. Sólo algunos expertos pusieron en duda esta opción militar.

Jorge Castañeda, ex Canciller de México y profesor de la Universidad de Nueva York acaba de publicar un balance descarnado (“Guerra al narcotráfico”, El País 21/1/2010) donde arroja por los suelos las ilusiones de la solución militar: todas las estadísticas señalan que las ejecuciones se han duplicado, así como la corrupción y la violencia y se han incrementado las violaciones de los derechos humanos, de acuerdo a Human Rights Watch.

En el Perú, cada día crece la tendencia de militarizar la lucha contra el narcotráfico. El Plan VRAE revela esta estrategia militarista del gobierno. Y esta militarización ya muestra sus horribles consecuencias: el 28 de enero pasado lincharon cerca a Pichari a un Fiscal Antidrogas y en Lima los sicarios, al mejor estilo mexicano y Colombiano, reparten tarjetas ofreciendo sus servicios, de acuerdo a la jueza Antonia Saquicuray.

El régimen aprista debe saber que guerra avisada al narcotráfico sí mata gente.

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