La primera vez que comí pijuayo frisaba los 8 años y vivía en Juanjuí. Mi interés era comestible y lúdico, ya que sacarle el coquito del interior después de comer la carne para luego abrirlo era parte de lo entretenido del asunto. Después de la shica shica era lo más entretenido de los frutos. En 1999 tuve un acercamiento al pijuayo desde otra perspectiva. Con los amigos del Proyecto HOPE liderado por el Dr. Luis Benavente aprendí que servía de algo más que para llenar la barriga y jugar con los coquitos. Este grupo venia trabajando durante años en el alto Huallaga en nutrición infantil. Y bueno de esa experiencia aprendí que el pijuayo tiene alto contenido de Vitamina A. Para ser más precisos, por cada 100 gramos de pulpa de pijuayo hay 7300 U.I. de vitamina A. A guisa de parangón, la zanahoria tiene 4491 U.I por cada 100 gramos y el camote (Ipomoea batatas) 500 UI por 100 g.
Desde el año pasado cuando vi por última vez árboles de aguaje y shica shica, en Pamashto y Pachiza, me ha nacido un nuevo interés por el pijuayo: las palmeras tropicales. Estoy interesado algún día ser un experto en Arecaceae y otras “eae” de la selva peruana (para tener de que conversar con el Dr. Cárcamo)
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