jueves, enero 10, 2013

Curándome de Facebookitis

Recuerdo aún cuando decidí abrir mi cuenta de Facebook. Tenía muchas ilusiones de contactarme con mis amigos de una manera más formal, acaso más profesional, que en Hi5 al que abandoné por mucha superficialidad. Sin embargo, a estas alturas puedo decir que mi cuenta de Facebook se ha convertido en lo que he tratado de evitar, en un espacio donde encuentro cosas de las que suelo huir: los goles del futbolista de moda, mensajes edulcurados de Paulo Coelho, cadenas de mensajes para salvarme del infierno, videos musicales insufribles, intimidades instantáneas de mis "friends" (qué están comiendo, dónde están caminando, y muchos etc. nada importantes y mucho menos interesantes), fotos de muy pésima calidad y de mal gusto, y etc. y etc. Lo peor de todo es que Facebook se está convirtiendo en mi vida algo tan adictivo como la televisión (de la que ya estoy de alta hace mucho tiempo por las misma razón, la trivialidad). Este 2013 haré un esfuerzo para desintoxicarme de Facebook. Mi primer paso ya lo he empezado: reducir notoriamente el número de "friends". En eso ando hace varios días con la esperanza de reducir la cosas innecesarias en mi pared. El segundo paso será reducir al máximo el tiempo de conexión. El tercer paso será volver más seguido a este blog, el lugar íntimo en que he logrado siempre sentirme como en casa, donde puedo compartir lo que pienso para aquellos que tengan la dicha o desdicha de cruzarse en mi camino, como quien comparte una copa de vino y una buena conversación, sin ruidos, sin luces de neón, sin frivolidades, en suma, sin Facebook.

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